Créditos

Autoría: Sandra García Bueno

Fecha de creación: 10/11/2013

domingo, 10 de noviembre de 2013

NO MATARÁS, KRZYSZTOF KIESLOWSKI (1988)

"Varsovia. Un taxista está lavando su coche. Jacek, un joven campesino de mirada turbia, vaga por la ciudad. Piotr, un estudiante de derecho, se prepara para hacer su último examen. Sus destinos se cruzan cuando Jacek coge un taxi para ir a los suburbios de la ciudad, donde asesina brutalmente al taxista golpeándolo con una piedra." - Filmaffinity






Esta película del director polaco, que le llevó a la fama fuera de su país, es una ampliación del quinto capítulo de su famoso Decálogo televisivo. Junto con No amarás, compone el Decálogo fílmico. Ambas películas son una total delicia, pero No matarás me resultó más impactante por ser algo a lo que este genio no me tenía acostumbrada. 

No matarás es una película desagradable. La fotografía de Slavomir Idziar -uno de los trabajos más importantes de su carrera, como él mismo ha afirmado- ennegrece los contornos de la imagen, cerrando el encuadre en una forma circular, y lo llena todo de colores verdes, amarillos y marrones, que le dan a las imágenes una apariencia sucia y maloliente. En la cruda escena en la que el protagonista asesina al taxista, de unos 10 minutos de duración, la cámara no se retira en ningún momento y no da respiro al espectador, que ha de contemplar la brutalidad más extrema del ser humano. Lo mismo ocurre en la escena en la que el asesino es asesinado, aunque esta vez el público ha de contemplar la brutalidad de lo que llamamos "justicia". Numerosos símbolos que presagian la muerte -cucarachas muertas, ratas ahogadas, gatos ahorcados por niños- acrecientan aún más esta sensación de decadencia y generan en el espectador una mueca de asco. 

Todo repugna en esta película, porque repugnante es lo que retrata: una sociedad enferma que lleva a la desesperación, a una desesperación no comprendida y teóricamente injustificada, pues todo a nuestro alrededor es perfecto -o eso nos hacen creer-.


La búsqueda de no se sabe qué y el hecho de nunca encontrarlo -lo cual ocurre a cualquier ser humano en esta sociedad- llevan a Jacek al asesinato sin sentido, a herir  a cualquiera, pues no sabe quién le está atacando de esa forma tan atroz. 






Pero Jacek no se nos muestra de una manera que pueda conmover o apenar al público. Jacek se muestra como lo que es: un brutal asesino. No puede conmover, pues es un producto de una sociedad degenerada y, precisamente por ello, está igualmente degenerado. Tampoco produce ninguna simpatía la figura del taxista, sólo sabemos que su muerte es injusta. El único personaje mínimamente bondadoso parece ser Piotr, el joven abogado; sin embargo, fracasa en el juicio y se siente frustrado, pues una figura bondadosa no puede medrar en esta sociedad.

Y, ¿cómo reacciona la justicia ante todo esto?. La justicia, teniendo en cuenta el modo en que está construida la sociedad en que vivimos, es la que le da lógica y sentido a todo, la que marca las directrices morales y nos proporciona un sólido sostén cuando no queda nada en lo que creer. He aquí su respuesta ante el asesinato: 



¿Qué nos queda, entonces?






FICHA TÉCNICA: 

Dirección: Krzysztof Kieslowski
País: Polonia
Año: 1988
Duración: 84 mins.
Género: drama
Intérpretes: Miroslaw Baka (Jacek), Krzyzstof Globisz (Piotr), Jan Tesarz (Taxista), Zbigniew Zapaciewicz, Barbara Dziekan, Aleksander Bednarz, Jerzy Zass, Zdzislaw Tobiasz, Artur Barcis, Krystyna Janda. 
Guión: Krzysztof Kieslowski y Piesewicz Kieslowski. 
Producción: Ryszard Chutkowski.
Vestuario: Hanna Cwiklo y Malgorzata Obloza.


PALMARÉS:


1998: Festival de Cannes: Premio del Jurado y Premio FIPRESCI

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